Si piensas que ésta entrada va a girar sobre la típica hamburguesa de ternera, con su pan, kepchut y mostaza…te equivocas. Nimú es un restaurante pensado para que todos puedan disfrutar de éste plato lo más a su gusto posible.
La estrella en la carta del restaurante es claramente la hamburguesa. Aunque la más tradicional también aparece, llama la atención la variedad y rareza de los ingredientes que utilizan.
‘La Glotona’ se decantó por la Martiko Burger: está elaborada con carne de magret de pato y la acompaña mermelada de frutos rojos, que la verdad, fue un descubrimiento la buena combinación que hacen. El pan se supone que lleva arándanos, aunque a mí me los debieron robar por el camino. Todo ello servido con ensalada de hojas de roble y el gran descubrimiento de la noche: aros de cebolla frita en tempura. Auténticos, de verdad de la buena y con un sabor increíble. En cuanto a la carne de pato, también me sorprendió mucho porque suele ser muy grasa, pero al contrario, resultó tierna y jugosa, era estupenda servida a la plancha.
Gracias a mis acompañantes, puede degustar otras combinaciones más clásicas como la Premiun Burger, elaborada exclusivamente con carne de vaca gallega. Se sirve con pan de cerveza negra. Le da un gusto muy curioso y llamativo, pero tranquilos, que si no sois cerveceros no os va a incordiar. En este caso, la guarnición son patatas fritas con piel, (que al igual que los aros de cebolla, son de verdad verdadera) y ensalada, además de salsa de mostaza de Dijon, de la cual debo decir que fue el espanto de la noche. Me gusta este tipo de mostaza pero es que esto…sabía a petróleo (perdónenme en Nimú).
La American Burger es la tradicional de carne de vacuno, pan clásico, patatas fritas con piel y ensalada, además de mayonesa y kétchup para acompañar.
La última que tuve el placer de probar fue la Veggie Burger. Es la apuesta fuerte de la casa puesto que no lleva ni un gramo de carne, es vegetal por completo: pimientos rojos y verdes, calabacín, zanahoria y cebolla, como si de una menestra se tratase, empanada en ‘panko’ (pan rallado japonés) y con el pan más curioso de la noche: ¡era de color verde! Supuestamente es por las especias empleadas en su elaboración. Además, la acompañan aros de cebolla, ensalada y salsa de salmorejo. ¡Qué decir de tantas novedades juntas! Es una combinación muy sabrosa y que no cansa por ser tan curiosa para el paladar.
Otros tipos de combinación son hamburguesas de pollo con curry; bacalao y gambas; queso fresco de cabra, tomate y anchoas (esta tampoco lleva ni una pizca de carne); tofu de berenjena o la hamburguesa bombón, que esconde en su interior un corazón de queso fundido (cheddar, manchego, brie, cabra o Roquefort).
La carta no se queda aquí, hay carnes de solomillo al corte, entrantes, pastas, ensaladas, y hamburguesas “a medida” en las que puedes escoger el tipo de carne, pan, salsa, ensalada y complemento.
En cuanto a los postres, mi parte favorita siempre, hay poco donde escoger: tres tipos de tarta, tiramisú y “El Paradigma”. Nos decantamos por estos dos últimos. Si miráis en las fotos, ese vaso de chupito es el tiramisú. Muy pequeño, sí, ¡pero menudo sabor! Ese toque de café ligado con el licor y el mascarpone…ya se sabe que lo bueno si breve, dos veces bueno. El “Paradigma”, es un bombón que combina tres texturas de chocolate llegando al de 70%.
Todo esto por un precio más que razonable: entre 15 y 20€ por persona. Las burguers varían de los 9 a los 15€ y las bebidas en la línea de cualquier restaurante.
La decoración es muy cuidada en la primera planta, como si mezclara la vanguardia de interior en la barra con un aire retro en las mesas. La planta de abajo, donde cenamos, es mucho más sosa. Las paredes son de ladrillo descubierto y parece que estás en una bodega. Lo malo, que hizo frío cuando estuvimos. Supongo que en verano será el mejor lugar para cenar. Las sillas sí eran curiosas y retro. Desde las típicas de instituto con cajonera incluida hasta aquellas acolchadas que se ponían en las cocinas americanas.
En cuanto al trato: estupendo. Nuestro camarero se interesó por nuestra opinión, nos servía con rapidez y estaba atento a lo que nos pudiera faltar. Lo que eché de menos fue un poquito de música de fondo.
Por lo demás, éste es el restaurante perfecto al que ir varias personas con gustos muy diferentes. Cada cual encontrará su opción perfecta y todos disfrutarán. Calidad, innovación y sabor a buenos precios.
Nimú Bar & Grill se encuentra situado en la Calle Desengaño, 14 (tras la Gran Vía de Madrid). Horario de domingo a jueves: 13 a 1h, y viernes y sábados hasta las 2h. Reservas en el 91 522 43 08.
Web accesible pinchando aquí.
Un mordisquito innovador de ‘La Glotona’.
Blog bajo licencia.
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