Hay un restaurante del que llevo mucho tiempo queriendo hablar y no lo he hecho. Primero, porque ha salido en tantos medios, webs y blogs que tampoco me corría mucha prisa. Y segundo, porque no he tenido tiempo de hacerle la crítica que se merece. Por fin ha llegado el momento. Hoy, para todos ustedes, en no-exclusiva: La Embajada.
Os lo voy a decir así de claro: este sitio es perfecto. Es bonito. Es original. Y se come de lujo. Se trata de un antiguo palacio de 5 plantas reconvertido por completo en restaurante, de modo que cada piso alberga un restaurante diferente: hay gastrobar (tipo cafetería súper elegante con barra de copas y una carta diseñada para el picoteo); japonés, en la 3ª planta, de color negro y con neones azules con lámparas que evocan la papirofléxia -o eso pensé yo-; mexicano, en la 4ª, mucho más colorido y atrevido que el resto, con máscaras de lucha, calaveras garbanceras…; y el skybar, su azotea pensada para tomar copas por la noche.
Fui a cenar con mi familia para celebrar el cumpleaños de mi padre -fan y director ejecutivo del blog-, y escogimos la planta mediterránea, en la 2ª. Debo decir que fue todo un acierto (y no porque fuera sugerencia mía).
Comenzamos compartiendo 3 platos, los que más llamaron nuestra atención. El primero en llegar a la mesa fue el Tartar de atún rojo mediterráneo sobre timbal de guacamole y totopos de maíz (14,5€), que nos dejó a todos maravillados con su sabor. ¡De verdad! Nos gustó tantísimo que intentamos reproducirlo en casa. Sabroso, con un atún fresquísimo que liga a la perfección el guacamole. Hubiéramos seguido tomándolo hasta que nos echaran del restaurante…

También tomamos como entrantes la Terrina de foie con aceite de vainilla de Madagascar, frutos secos y reducción de vino tinto (14€) y el Risotto cremoso de boletus Edulis y aceite de trufa negra (9,8€). Quizás este último fuera el plato más flojito de la noche, pero igualmente estaba muy rico. La terrine -un producto similar al paté- despareció volando. Divina.
Después, cada uno eligió un principal, y sobre la mesa aparecieron el Bacalao confitado en aceite de ajo y guindilla sobre crema de pimiento rojo dulce, aceite verde de cebolino y brocheta de parmesano (15€). ¡Toma ya! Según se lee ya suena sabroso y…lo es. Una perfecta mezcla de sabores, con el bacalao en su punto y una crema que lo acompañaba de maravilla -porque el tándem bacalao+pimiento nunca falla-. ¿La brocheta de parmesano? Un bonito elemento decorativo para tomar separado.

El cumpleañero y La Glotona se decidieron por los Lomos de atún rojo poco hecho sobre cebolla morada en dos texturas y crujiente de cerdo ibérico (18,5€). Madre mía de mi vida y de mi corazón…No sé cuánto tardé en acabármelo pero fueron los mejores minutos de mi vida. Qué cosa más rica. Menudo sabor el del atún…Y pensar que casi no lo escojo por lo de “poco hecho”. Además, la cebolla morada junto con el pescado era un gran acierto. Del crujiente de cerdo ni me acuerdo…yo estaba a mi atún. Disfrutamos como enanos.

Solo uno de nosotros se decantó por una opción carnívora y fue el Lomo de buey gallego al aceite de carbón con patatas fritas nuevas de luxe (18€) quién completó los principales. Presentado completamente limpio, por lo que no quedó ni un pedacito. Perfecto, delicioso y en su punto.

Para poner punto y final, tomamos de postre la American cheese cake sobre confitura de frambuesa y helado de mango (5,5€) y el Pie de limón al estilo del Embajador (5,5€). La cheese cake fue un broche estupendo, más ligera de lo que esperaba y, además, el helado de mango estaba soberbio. El pie de limón resultó rico pero bastante dulzón y empalagoso, por lo que la mitad se quedó en la copa.
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Si queréis saber todos los platos de la plata mediterránea y que se os haga la boca agua, os dejo la carta completa. En cuanto a la decoración, este piso es muy agradable. Realmente es como cenar en el salón de casa, rodeados de libros y con una preciosa chimenea al fondo. Muy buen gusto. El servicio me pareció maravilloso: súper rápidos, atentos y muy serviciales. Nuestra camarera, una de las chicas más amables que me haya atendido jamás, nos hizo un tour por todo el restaurante al final de nuestra cena, por lo que pude ver las demás plantas. Vosotros también podéis pedirlo si queréis. En resumen, cinco pisos y restaurantes modernos, elegantes y muy diferentes.
Veis que el precio es un poco elevado pero merece mucho la pena. Cuando llega la cuenta se paga con gusto. Así que resulta perfecto para ocasiones especiales.
La Embajada se encuentra en Juan Bravo 43, esq. General Díaz Porlier (metro Diego de León, L5 y 4). Tel: 914 012 064. Mail: reservas@laembajadamadrid.com. WEB. Servicio gratuito de aparcacoches.
Pienso volver para probar cada planta de esta embajada del sabor y buen gusto. Os lo aseguro 😉
¡Un mordisquito de La Glotona!
1 comentario
Qué rico todo!!
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